jueves, 28 de junio de 2007

Where is my mind?

Yo iba a lo que iba. Al final de un laaaaargo pasillo blanco, estaba la “señalada” habitación. Trate de no mirar mucho antes de llegar al cuarto y cuando lo hice espere a que M abriese la puerta. Hacia años que no visitaba uno de estos lugares de momento. Hacia tanto que ya se me había olvidado el olor a desinfectante y sexo pasado. En fin, la luz blanca fluorescente seguro acentuaba las imperfecciones de mis cachetes provocadas por las hormonas de temporada. Me senté en la cama y mire alrededor: junto a la cabecera se encontraba el switch de la tele (con control remoto incrustado a un lado) y perilla para radio (con tres estaciones: estereo joya, amor y me parece que universal). M se veía distraído, se lavaba las manos con un aire distante.
¿Acaso de verdad pensará que vine a que me contara su vida? Pensé.
Prendí la tele, un poco para disimular mi impaciencia. Y ahí en vivo y a todo color una vagina gigante. El volumen a todo lo que daba y yo cual escuincla pendeja de secundaria, me tire en la cama para evitar ver el adagio vaginal.
M, atacado de la risa, apagó la tele.
“Se me había olvidado eso de este tipo de establecimientos,” le dije mientras hábilmente lo jalaba del cuello de la camisa y lo besé.
No me acuerdo a que me supieron esos besos, supongo que a transitorios. Sus manos no tardaron en traspasar mi camisita. Pero, ¿para que irnos con rodeos? 5 minutos más tarde yo estaba prácticamente desnuda. Y ¿él? Él prácticamente vestido, solo le había quitado la camisa. Así que en un acto de fairplay, le quité los jeans…pero desistí en seguir con mi exploración en el instante que el tomó las riendas.
Ahora. Me parece importante hacer un alto en mi relato y reconocer la delicia del sexo oral. Y más después de haber sido privada de este deleite durante TANTO tiempo.
Su técnica me impresionó. Y si fuera por mi yo ahí dejaba todo. Pero bueno, según yo estábamos jugando limpio y nada es para siempre. Menos este estado tan perfecto.
Espero que no sepa raro, pensé mientras lo despojaba de los boxers. Al menos no lo tiene picolino. No era un tamaño espectacular, pero sí tenía longitud, pero sobre todo grosor. No fue solo el grosor lo que llenó mi boca, también pasadas conversaciones sobre el asunto. Sabores, estructuras, técnicas, etc. Agradecí a cualquier poder divino que el individuo en cuestión no tuviera “sabores” raros.

To be continued

No hay comentarios: